“Yo también soy una descentrada”
La protagonista de Las descentradas, la obra de Salvadora Medina Onrubia, con versión y dirección de Eva Halac que se encuentra en cartel en el Teatro Regio, nos recibió en su camarín para hablar del espectáculo y del rol social de la mujer, entre otras cuestiones.
EL ENCUENTRO CON LA OBRA
El material me llegó por medio de Eva Halac alrededor de octubre del año pasado. Hasta ese momento, yo no conocía a la autora, Salvadora Medina Onrubia, quien supo plasmar en la obra planteos y dudas sobre el amor y las instituciones, y las características del personaje en cada uno de los tres actos: ¿Qué dice?; ¿Qué no dice?; ¿Qué piensa? Cuando lo leí dije: “Qué lindo, pero… ¿Cómo se hace este personaje tan grande?”. Elvira tiene tantas capas como una cebolla, posee un gran mundo interior. La propuesta era muy atractiva para mí como actriz. Sentí que Eva me llevó de la mano para hacerlo, lo logramos y cada vez lo disfruto más.
ELVIRA: EL PERSONAJE
Tuve la suerte de que me tocaron personajes bellos y complejos para interpretar en teatro. Llegan pocos como éste, tan difíciles de abarcar y con tantos matices, y eso lo vuelve muy importante para mi carrera. Sigo trabajando en él, porque en el teatro uno empieza un proceso que luego se va transformando con los compañeros y la retroalimentación que se produce con el público con el correr de las funciones. El público puede ser distinto cada noche: algunos quieren divertirse, otros son más serios, pero hasta el momento todos han tenido un altísimo nivel de atención. En la sala no vuela una mosca, y eso es muy gratificante.
ALTER- EGO Y SIMILITUDES
Si bien el personaje tiene mucho de autobiográfico de Salvadora, creo que en quien más está puesto lo autoreferente es en su amiga Gloria, que es una descentrada total. Elvira, en cambio, está en el medio, en la cuerda floja, buscando. Es decir, no está descentrada del todo. Me identifico con Elvira en su impulsividad. Por suerte, cada vez soy menos impulsiva, a medida que me doy la cabecita contra la pared. Fuera de ese aspecto, no me encuentro parecida a ella.
DESCENTRADOS Y DESCENTRADAS
Hoy existe una necesidad económica que tiene que ver con la independencia de la mujer y con que -en muchos casos- no alcanza para vivir con el sueldo del hombre. Al mismo tiempo, hay una necesidad interna de la mujer. Creo que los modelos “mujer de la casa/mujer que trabaja” pueden integrarse; de hecho, yo trabajo, me encargo de pagar cuentas, de acompañar a mi hija (Miranda, 7 años) y de otras cosas. Es difícil para el hombre y la mujer encontrarse en nuevos roles que aparejan un cambio cultural, pues el hombre se ha vuelto más femenino a partir de la masculinización de la mujer. En algún lugar, los hombres también están bastante descentrados. Ambos sexos intentan responder a un canon propio de un momento social determinado, y en ese sentido yo también soy una descentrada que en algún lugar la pifia, como si tuviera una pata renga.
En muchos ámbitos profesionales, todavía parece que cuesta aceptar a una mujer, aunque su lugar haya crecido y pasado a ocupar un espacio más amplio para expresar sus ideas. En ese contexto, tener una presidenta mujer habla de un cambio, de una modificación fuerte en el pensamiento social. Puedo asegurar que de las mujeres que conocí, mi mamá y Claudia Lapacó (de quien conozco su vida y su historia) son mujeres muy valientes.
GRATAS COINCIDENCIAS
Salvadora y mi hija nacieron el 23 de marzo, y cuando me enteré sentí una gran emoción. Luego, investigando supe que cuando esta obra se estrenó, en 1929, también se había inaugurado -con un mes de diferencia- el increíble Teatro Regio, que está ubicado en un barrio aislado del circuito comercial y al que viene gente muy diversa de todos lados.
EL TEATRO COMO HERMANDAD
El trabajo de equipo es lo fundamental en el proceso creativo, porque es lo que hace que funcionemos en el escenario. La energía positiva que hay entre nosotros se transmite al público. Mis compañeros son geniales: cuando termina la función vamos a comer pizza todos juntos. Gracias a eso, los ensayos fueron muy placenteros y no sufrí. A diferencia de lo que sucede a veces en la tele o el cine, el teatro es como una hermandad en la que baja el telón y el todo equipo sale a cenar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario