miércoles, 17 de octubre de 2012

Entrevista a Ciro Zorzoli



“El teatro debe tener un carácter experimental, de prueba”

El director de Las criadas, la obra de Jean Genet que se encuentra en cartel en el Teatro Alvear, nos habla de la puesta y de su relación con el teatro.
{Cómo nacen estas criadas}
El proyecto surgió de una propuesta de Marilú (Marini), que -luego de ver Estado de ira  (*)- se puso en contacto conmigo porque ya había trabajado con Las criadasen una puesta en París y estaba interesada en vivir la experiencia acá (en Argentina). Mi primera motivación fue –entonces- el entusiasmo que me produjo la posibilidad de compartir un espacio de trabajo con Marilú. En ese sentido, me alegra haberme embarcado en su aventura porque el encuentro fue hermoso.
{Entrar a la pieza}
Cada una de ellas es muy distinta al volcarse a trabajar sobre el material, eso vuelve muy enriquecedora a la experiencia. Marilú tenía una relación distinta al resto del equipo con el material, porque lo conoció personalmente a Jean Genet y ya había interpretado hace unos meses a Madame en la puesta de de Jacques Vincey, y luego a Solange, en la de Alfredo Arias (2004), ambas representaciones en París. Para el resto de nosotros, en cambio, fue el primer contacto profundo con el autor.
{El texto, juego de contrastes}
El lenguaje de Genet es muy poético y a la vez puede, en una misma frase cruzarse con una imagen muy cruda y fuerte. Por ejemplo, en un momento Solange le dice a Clara: “Baje esas patas y descubra ese frágil cuello”. Es interesante como “patas” y “frágil cuello” conviven en una sola oración. Se trata de una poética con muchos giros por momentos muy barrocos. Allanar el texto no es la mejor manera de acercarlo porque hay un sentido que se mata. En cuanto a la traducción, había que intentar que lo que se diga fuera amable a la oreja pero desde un lugar diferente, eligiendo muy bien las palabras para que el lenguaje siga siendo complejo. Las actrices debían apropiárselo de modo que si ellas encontraban una lógica interna, el que las escuchara pudiera comprenderlas.
{El cuentito}
En el prólogo de Las criadas, Genet dice que lo que le importa cuando va al teatro es que le cuenten un cuento. Eso me quedó resonando y quise que se cuente ese cuento como un pequeño policial, con la tensión y el suspenso que requiere, porque si eso salía bien, los otros niveles que deben circular en la pieza terminarían funcionando a la hora de representarla. La idea era que la persona que viniera a ver la obra y no la conociera, pudiese engancharse con una historia. Más allá de lo que se diga, el público tiene que ver que eso que se dice esté sucediendo. Es decir, el texto debe surgir desde la acción. De otra forma, el texto quedaría por delante y la puesta se volvería discursiva.
{Una especie de simbiosis}
Hay una ligazón muy fuerte entre las hermanas. Tienen una contraposición de fuerza en la que cuando una toma valor para hacer algo, la otra recula, y viceversa. Ese tironeo sumado a la visión de la señora genera que no estén tan individualizadas. Sin embargo, tienen dinámicas distintas: Solange es dominante, está ligada a cuestiones más discretas y terrenales; y Clara tiene un carácter más volátil, aunque aparentemente es más débil, paradójicamente es la que ejecuta las acciones. Ellas no son reflexivas, sino que hablan mucho y de un modo muy contradictorio, lo que las vuelve muy permeables a dejarse llevar por las palabras y lo que les provocan. Desde ahí, se genera un vínculo entre ellas, con sus diferenciaciones.
{Sobre los límites de la representación}
En cuanto al juego de la representación, me tomé -una vez más- algunos permisos, sin querer interferir en la percepción del material. Pensé en sumar un elemento más de lectura para quien quisiese verlo. Hablo, por ejemplo, de la presencia de Omar, de Tito (utilero en el Teatro Alvear), o Hernán, (el maquinista). Genet también plantea juegos de roles en varias de sus obras (por ejemplo, en El balcón) en las que un personaje representa a otro y se ponen en riesgo cosas del humano, que siempre está montando personajes.
{Balance luego del estreno}
Estoy contento. Por un lado, con la respuesta del público, y por otro, hacia el interior del trabajo, con el proceso que atraviesa la pieza una vez estrenada. Si bien la instancia del estreno cierra la de los ensayos, se sigue –gracias a todo el equipo- trabajando sobre el material, que resulta muy vasto y permite continuar develándose función tras función. Todos sabíamos que lo que íbamos a poder abarcar en el tiempo de ensayos era una parte, y que el resto seguiría abriéndose durante las funciones.
{Motivaciones en el teatro}  
Las razones por las cuales la gente se pone a hacer teatro son muy diversas. Una de ellas puede ser simplemente querer mostrar algo. A mí me pasa otra cosa: me interesa, sea cual sea el proyecto, que haya algo que implique un riesgo en el sentido de bancarse la incertidumbre. Se trata de trascender el hecho de que cada uno haga lo mejor posible lo que sepa hacer, para animarse a crear algo con otro. Me refiero a salir del terreno conocido por cada uno para producir un encuentro que dé cómo fruto algo nuevo, dejando de lado la zona de la eficacia o el resultado. Cuando dos personas se preguntan “¿Nos vamos a vivir juntos?”, es un desafío, un abismo similar. Si el lograr que se encuentren dos es complejo, en el caso del teatro –donde son muchos- es más complicado aún. Por eso, creo que todo teatro debería ser experimental en tanto implique embarcarse en una aventura compartida sin un final muy concreto. Además, si el teatro no es experimental, si no tiene un carácter de prueba, ¿qué sería?
(*) Espectáculo con autoría y dirección de Ciro Zorzoli, que se encuentra en cartel en el Teatro Metropolitan y que el año pasado estrenó en el Teatro Sarmiento.

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