martes, 30 de octubre de 2012

Entrevista a William Prociuk


“Nunca se me ocurrió que en algún momento haría Shakespeare”

El actor, director y dramaturgo habla de su experiencia en Macbeth, de William Shakespeare, que dirige actualmente Javier Daulte en la sala Martín Coronado. Además, un repaso por su historia personal, su relación con el fútbol y sus nuevos proyectos artísticos.  

{MÁQUINA MACBETH}
La vengo pasando bien desde un principio. Somos 22 personas, se formó un gran equipo. Con los que ya había trabajado somos casi familia (venimos cruzándonos en proyectos hace quince años), y con muy pocos del resto del elenco no había trabajado antes.

{ESTRENAR A LO PROCIUK}
No suelo sufrir mucho los estrenos, son momentos de muchísima alegría. Siempre me pregunto si me va a salir la voz, no por un trauma que tenga, sino porque tengo “piel de pollo” y porque no registro mucho la angustia o los nervios en ese instante, tal vez después, durante la semana siguiente, somatizo por algún lado. Un dolor de garganta, por ejemplo. Un estreno es para mí como una inyección de algo bueno.

{DISTANCIAS}
En la sala Martín Coronado puede verse algún brillo en los ojos del actor, pero hay algo que se desdibuja: la gente está muy lejos y -como actor-  en un principio uno puede sentirse más juzgado. Me gusta tener a la gente cerca, pero entiendo que esta sala es emblemática e imponente y que es una gran experiencia estar ahí, con esta obra,  este elenco y con Javier (Daulte), que tiene muy claro lo que quiere. Por otro lado, mi manera de trabajar es emocional y eso va más allá de la sala en la que tenga que actuar.
Con respecto a la escenografía, la tuvimos aproximadamente una semana antes de estrenar, por lo que nos tuvimos que adaptar muy rápidamente a ella. Antes, ensayábamos con marcas y cintas, pero de pronto había fierros cortantes y elementos que incorporar, que hacían que no sea lo mismo.

{FUERA DE LA SOLEMNIDAD}
Cuando Javier me llamó para formar parte del elenco de Macbeth, me empezó a correr mucha sangre por las venas y acepté sin dudarlo. Cuando me llega un trabajo, lo siento mucho en el cuerpo. Habré leído esta obra veinte veces pero nunca se me ocurrió que en algún momento haría Shakespeare. Los clásicos me generaban cierta distancia. Ahora que estoy adentro, tengo un vínculo distinto con una tragedia que se cuenta muy bien, por lo que la gente no está viendo algo lejano o pomposo. El riesgo de interpretar a Donalbain es que –al no aparecer tanto como los protagonistas en escena- tengo que tener muchísima precisión en un determinado momento. Si me va mal, no la remonto más. Afortunadamente, cuando la confianza aparece, algo fluye y dejo de sufrir.

{CIRCUITO INDEPENDIENTE: HUERTA Y ANIMALES}
En la huerta es una comedia romántica de Mariana Chaud, sobre textos de John Seymour. Actúo en ese espectáculo antes de venir para el San Martín a hacer Macbeth los domingos. Me gustaría hacer toda mi vida En la huerta, pero termina muy pronto. De todos modos, hay proyectos de que se haga una película a partir de la obra. Además, estoy actuando en La piedad y los animales, de Fernando Ferrer, en la que un pintor exitoso admite que su mujer –que es actriz- tenga un amante, pero ella lo tiene porque -de alguna manera- él es libre de hacer lo que quiera. Luego, se cruzan los cuatro personajes. La obra se estrenó el mismo fin de semana que Macbeth.

{DEL TABLÓN A LAS TABLAS}
Formé parte de una selección de dramaturgos para jugar al fútbol. En un momento, el equipo viajó a Alemania a jugar y yo no fui porque tenía funciones de teatro acá, en Buenos Aires. Algunos me pidieron que las suspenda, pero me negué. En un entrenamiento me rompí un ligamento cruzado anterior a causa de un movimiento horrible. Nunca más voy a volver a jugar al fútbol. Sí extraño jugar al fútbol con amigos. Jugué profesionalmente hasta los catorce años y tuve la suerte de cruzarme con gente que era muy talentosa para el deporte y que sentí que iba a llegar a jugar en primera. Yo salía del colegio con dos bolsos y me iba solo a entrenar a acceso sudeste. En ese momento tuve que decidir: empezaba a ir al colegio de noche o dejaba el fútbol, y ahí lo empecé a ver como un gran negocio, pero para otros, y que a mí ya no me interesaba. Ahora prefiero hacer snowboard en mis vacaciones de invierno.

{LIBEREN A WILLY}
De chico estaba peleado con mi nombre. No me identificaba con William David. Le pregunté a mi papá porqué me había puesto ese nombre y me dijo que quería ser original. Tuvo que pagar para ponérmelo. Él no estaba al tanto de muchas cosas que ocurrían en la actualidad de ese entonces porque durante toda su vida se levantó para ir a trabajar, salir de ese trabajo y entrar en otro. Cuando él murió yo estaba haciendo Nunca estuviste tan adorable y estaba por arrancar otra obra, y en la gacetilla de prensa iban a ponerme Willy. Ahí fue cuando dije: no, mi viejo quería que me llame William. “Poné William”. Y empecé a aceptar mi nombre.

{RETROSPECTIVA DE LOS ´90}
A los tres días de que murió mi viejo, yo estaba haciendo la recorrida para hacerle los papeles a mi madre. Estaba enajenado. Él había trabajado en la industria automotriz y fue decayendo económicamente con la debacle de los ´90. Mientras todos optaban por el retiro voluntario y abrían canchas de paddle, mi padre puso un negocio de repuestos para autos. Nos fue pésimo. Yo también trabajé ahí. Luego, trabajó en una empresa de reparación de ascensores en Parque Patricios. Al tener que ordenar sus papeles luego de su fallecimiento, hice una especie de cronología de su vida laboral, recorriendo uno a uno los trabajos que había tenido. Pude ver claramente la decadencia del país en paralelo a lo que sucedía en mi hogar en esa época.

{EL LUGAR DE LA CREATIVIDAD}
Cursé durante cinco años la licenciatura en publicidad en la Universidad de Lomas de Zamora. En esa época, comenzaba a actuar en un infantil sin haber hecho teatro. Cuando me quedaban diez materias para recibirme, ya teníamos una agencia con un amigo (que sigue trabajando en ella), pero el teatro se había ido comiendo el lugar de la creatividad. Un sábado a la mañana, llegué al local de un amigo y me dijo: “¿Qué hacés acá? No fuiste a la facultad”. Le contesté: “No voy más a la facultad”. “Pero anoche fuiste”, me respondió. “Sí, pero a partir de ahora no voy más”, le dije. “¿Y qué vas a hacer?”, preguntó. “Teatro”. Tiempo después, empecé a escribir teatro.

{MUCHOS PROYECTOS}
El año que viene comenzaré los ensayos de El guardarropas, una obra que escribí. También quiero trabajar con otra, El deseo en el espejo, quesurgió del taller de dramaturgia de Daulte, que empecé hace poco. Recientemente, arranqué a escribir otra, y espero poder montar todas. Quiero estar tranquilo con dirigir, es decir, quiero tener fecha de estreno para poder empezar a ensayar una obra. Para mí, trabajar es escribir y dirigir. Cuando actúo no siento que esté trabajando. En palabras de Confucio: “Escoge un trabajo que ames y no tendrás que volver a trabajar un sólo día en tu vida”. Actualmente, estoy protagonizando una película y me embarqué a colaborar en la reescritura de parte del guión. Le propuse al director hacer algunos cambios y me preguntó si me animaba, así que me embarqué en eso también. Una película es algo enorme. “¿En qué me metí?”, pensé, pero me prendo en todo, no puedo evitarlo.

No hay comentarios: