miércoles, 17 de octubre de 2012

Entrevista a Esteban Meloni



 “Durante muchos años, los jóvenes estuvimos  dormidos”

El actor es integrante del elenco de “Recordando con ira”, la obra de John Osborne, con traducción y versión de Mauricio Kartun y dirección de Mónica Viñao, que se encuentra en cartel en la Sala Casacuberta del Teatro San Martín. Aquí, una reseña de lo conversado con él en la oficina de Recursos Humanos del Complejo, a sólo horas de salir a escena.
Ph: Carlos Furman

Del ensayo a las funciones
En julio empezamos a ensayar. Esa es una instancia que siempre es difícil y angustiante para los actores, y más cuando se trata de una obra tan compleja. Sin, embargo es un desgaste necesario por el que hay que pasar. En lo personal, disfruto más de las funciones.
Conozco a Romina (Gaetani) de la época en la que arranqué a hacer castings, y además compartí con ella mi paso por la novela Lobo. Siempre quise trabajar con Guillermo Arengo, me encanta como actor, aunque solo lo conocía de vista, y con Andrea (Bonelli) también tenemos amigos en común. Realmente, se formó un gran cuarteto. Estoy disfrutando del las funciones, del lindo grupo de compañeros, de trabajar por primera vez en el Teatro San Martín, y del escenario de (la Sala) Casacuberta. Los textos son increíbles, da mucho placer decirlos.
Giros
Había leído Recordando con ira hace mucho tiempo y recordaba algunas escenas. La versión de Mauricio Kartun es mucho más corta que la original, pero el lenguaje es parecido. Cuando volví a leerla, la primera escena me atrapó y todo el primer acto me resultó perfecto. En la mitad de la obra, el texto me causó una especie de rechazo, debido a algunos giros abruptos de la dramaturgia que en un principio pueden parecer arbitrarios, pero que cierran cuando uno finaliza la lectura. Sin prejuicios, el autor se manda a hacer un vuelco muy importante, que se termina de develar en el tercer acto. Los personajes son seres humanos que viven al límite y de una forma un tanto marginal, y esos son algunos de los aspectos de los que uno como actor puede agarrarse para que la historia se vuelva orgánica y que llevan a buscar las razones por las cuáles un personaje hace lo que hace de un momento a otro.
Una carta de amor al mundo
La primera vez que leí la obra, me sentí muy lejano a mi personaje, Jimmy Porter. A medida que lo fui trabajando, me fui acercando y entendiendo mejor su funcionamiento. En mi personalidad encuentro muchas semejanzas con la de Jimmy, pero elijo no usarlas en mi vida cotidiana porque prefiero ser más pacífico y diplomático. El personaje es muy contradictorio y criticable, pero a mí me gustaría lograr que la gente lo entienda y se identifique con él, porque en el fondo tiene muy buenas intenciones e ideales. Sucede que ha sufrido mucho y está parado en una zona de dolor desde la que vive y a la que no ha podido superar, por lo que muchas veces se vuelve soberbio, agresivo o destructivo. Mi desafío es encontrar sus lugares positivos. En palabras de Arthur Miller, “…una obra de teatro es siempre, a determinado nivel, una carta de amor al mundo que espera con ansiedad una respuesta amorosa”. Siempre hay una intención de decir una verdad, de contarle algo al público, de provocar, y yo quiero ser honesto con ese mensaje.
De amigos y mujeres
No veo a Jimmy machista, sino indignado. Con la iglesia, con la aristocracia, con los militares y con la sociedad conservadora. Él no tiene algo en contra de las mujeres en tanto género, sino de esas dos mujeres: Helena y Alison (los personajes femeninos de la obra).
Me conmueve la relación que tienen Jimmy y su amigo Cliff: son como hermanos, como dos niños cuando están juntos. Hay mucha comprensión entre ellos. Cliff es mucho más pasivo y pacífico, al menos en su forma. Por eso, se complementan como ocurre con tantas duplas clásicas: Batman y Robin; el gordo y el flaco, entre otros.
Un poco de insatisfacción
No es que quiera poner el acento ahí, pero mucha gente nota el tema de la violencia de género en la obra. Hoy en día existe otra protección hacia la mujer, pero en la década del ´50 no existía ningún tipo de legislación al respecto y no era tan importante para una sociedad con un futuro incierto propio de la posguerra. No elijo esa óptica como análisis preponderante, pero sí entiendo que en este contexto de Argentina en el año 2012, la gente lo relacione directamente con eso, otorgándole un nuevo significado. Sin embargo, pienso que no podemos centrarnos únicamente en ese aspecto (el de la violencia de género), porque nos quedaríamos en la superficie del texto.
Todo lo que se habla en la obra tiene una resonancia en la actualidad: la lucha de clases, la pelea contra el aburrimiento -que en la historia encarna Jimmy en su intento de encontrar el entusiasmo- entre otros aspectos. Jimmy quiere despertar a los que tiene alrededor para que vivan apasionada y fervientemente como él. Creo que durante muchos años todos estuvimos muy dormidos, fundamentalmente la juventud, en relación a la política, a lo ideológico. Fueron muchos años de nada. Hablo de mi generación, y de mí. Afortunadamente, ahora eso está cambiando un poco.
Otros planes
Estuve haciendo una miniserie que se llama Historias Clínicas, producida por Underground, el INCA y la Provincia de Mendoza. Está buenísimo: en cada capítulo se cuenta la historia clínica de diferentes personajes históricos. Mi participación fue como Pedro Cossio, médico de (Juan Domingo) Perón, en un capítulo con Gerardo romano. Hace unos días me llamaron para hacer de Manuel Belgrano, y estoy muy contento con eso.

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