Odia los comienzos. Detesta cuando algo empieza, le produce nervios, desconfianza. Como si eso que se caracterizara por ser "algo nuevo" se pudiera transformar rápidamente en "algo que se va a la mierda".
Nicolás sabe que cada vez que algo arranca -una actividad, una clase, un partido, una conversación con alguien que no conoce demasiado, una noche de fiesta- la catástrofe está al asecho. Y hablar de paranoia sería una reducción, porque sabe que la sensación no es propiamente un miedo a que lo nuevo se torne horrible, sino una fatal certeza de que eso ocurrirá. Entonces piensa: "Ahora me distraigo y pasa".
Se resigna solo de manera parcial...en un cierto espacio de su concepción de la novedad, conserva una repulsiva esperanza: "¿y si esta vez sale bien? ¿y si esta vez la cosa viene normal y tranquila?". Ahí es cuando aparece Bor. Vamos a llamar Bor al pensamiento que invade y habla muy canchero, le habla desde muy adentro y le dice: "no, no, eso le pasa a otros. a vos no te sale a+b. a vos no te sale fluidito". Ah...entonces se enoja. Es un enojo silencioso, pero con un gran poder de auto-boicot.
En una conversación, Jorge le pregunta: "sabés como funciona la ley de atracción, no? si vos pensás en negativo, es obvio que las cosas te van a salir mal". Adelante de Jorge va a fingir ser una persona cada día más optimista, va a inventar ejemplos de cómo con su nueva actitud positiva las cosas nuevas le salen derechito. "No! Increíble, tendrías que haber estado ahí. Justo cuando se pudría todo, saqué una sonrisa de la galera y...PLIN...se me acomodó todo". Actúa mal. En su afán de empatizar con Jorge exagera. Jorge ya se dio cuenta de que todo le sigue saliendo pésimo. En lugar de denunciarlo, de reprochárselo de algún modo, siempre le responde más o menos lo mismo: "Qué bárbaro, viste? Ley de atracción".
Hoy van a comprar comida a una rotisería. El pollo tarda, tarda, tarda. La espera se hace empalagosamente larga. De pronto, mientras toma algunas servilletas, Nicolás le dice a Jorge: "A mí no me ayuda para nada lo que vos hacés, Jorge. Ayer cuando comíamos el melón me viste llorando y te hiciste el boludo también". Jorge despliega un gesto de asombro casi real, hasta que desiste. Le contesta: "no te das una idea lo que me aburren estas cosas tuyas". Nicolás piensa y dice: "otra vez..otra más". Jorge paga el pollo, deja la bolsa al lado de Nicolás, sobre el mostrador y se va de la rotisería. Nicolás llega a su casa, se come medio pollo, se toma media botella de Oporto y se tira al sol en el balcón, con tantas ganas de vomitar que termina por sentarse contra la pared hasta que se duerme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario