Un vino con mamá

Llega una amiga, viene un amigo de visita o pasa alguien a saludar. Eso es suficiente para que mi mamá quiera ofrecer algo para tomar, hacer alguna que otra pregunta, buscar un punto en común para conversar con el otro. Escucha concentrada, procesando cada una de las ideas que recibe y sin temor y con valentía, escucha y responde sin resguardos. Es mi madre un ser curioso por excelencia; repleto de simpatía, humor y extremismos. Pese a su temperamentalismo, siempre resulta una mujer ecuánime, con criterio. Mamá siempre quiere que todos estemos bien y se desgarra frente al sufrimiento de quienes ama; No transa con los negociantes que quieren hacer del arte una mercancía, ni con los comerciantes que buscan transformar esa mercancia en ganancia para pocos. Con su ingenio trata de que todo marche cada vez mejor, aunque a veces se torne más ruda de lo soportable para los demás. Es cruda, culpógena...pero siempre lucha por superarse. Una vez que mi madre baja la cabeza, su capacidad de aprendizaje es notablemente veloz. Y es sonriente, dato fundamental a la hora de recordar que casi todas las personas bondadosas a las que queremos o recordamos se han sabido reir bastante de sí mismas, de la vida que les toca. A mi mamá, la pintora Nora Villi.